3 de junio de 2013

La página en blanco

En un pueblo de Escocia venden libros con una página en blanco perdida en algún lugar del volumen. Si un lector desemboca en esa página al dar las tres de la tarde, muere.

 Julio Cortázar.

La página en blanco-Tinta sobre papel

Historia tan entrañable la que leía en aquel libro en un pintoresco hostal en Curloss. Ferdinand con sus verdaderos sentimientos enterrados en el orgullo, le decía a Lady Anna que ya no la amaba más. "Imploro vuestro perdón y que los labios de otro hombre borre todo recuerdo de mi".

Di un leve suspiro y caí justo en la página en blanco, eran las tres de la tarde y supe lo que pasaría. Decidí aceptarlo, sin quejas ni rencores. Nunca tomé aquellas palabras como un simple rumor o un mito estúpido.

Le daría un último uso a esa página en blanco. Tomé mi pluma y escribí su nombre: Elizabeth. Mi bella Diosa mexicana. El amor de mi vida.

Al terminar de escribir, luego de esa sonrisa tonta que solamente los enamorados conocemos, la lámpara sobre el buró explotó llenando de chispas el cuarto, como fuegos artificiales estallando frente a mi cara. Las chispas cayeron muy lento sobre la cama. El tiempo se alejaba del espacio a la velocidad de una lágrima y la oscuridad se adueñaba de la pieza. 

Comenzó a hacer viento dentro del cuarto, arrasando con los papeles, las flores, el polvo y todo lo que se dejara arrastrar en ese remolino. El libro fue lanzado a la pared opuesta rompiendo el espejo ovalado. Un temblor comenzó a sentirse intensamente y yo me preguntaba si era el único que vivía todo esto, o era algún tipo de catástrofe natural. No escuchaba gritos ni voces en las calles de aquel lugar. Dejé de preguntarme cualquier cosa y me dediqué a vivir aquel extraño momento.

Un sonido muy grave nació en el centro de la habitación y en medio segundo, se apoderó del cuarto. Era un sonido que te oprimía, como estar bajo el océano. Un ruido tan bajo y denso que lo podías cortar con los pedazos de aquel espejo roto.

El clímax de todo esto llegó junto con una explosión de furia. Como si el mundo hubiera hecho el peor berrinche de su vida. Y de pronto, todo cayó al suelo y volvió el silencio.

Aquel libro fue lo único que se mantuvo suspendido en medio de la habitación y de repente, así nada más, se convirtió en una efímera bola de fuego y todas sus páginas se volvieron cenizas flotando como mariposas en la noche. Excepto, la página con su nombre, con las esquinas comidas por el fuego.

Y mientras yo me aferraba a las sábanas temblorosamente, la página cayó sobre mi pecho con todo el peso de un designio roto.

L.D.