21 de marzo de 2013

Yaces sobre la cama


Mujer desnuda sobre la cama

Yaces sobre la cama, tan callada y sumisa, no me acostumbro a tu nueva forma de ser, pero, porque te amo, te acepto tal y como eres. 

Tu desnudez me asombra, algo pálida aunque, el sol nunca fue tu prioridad. Me contagias de sensualidad y calma, con tus ojos entrecerrados y tu cabeza sobre tu mano, como "La mujer durmiente" de Renoir.

Debo tener tacto, no apurar las cosas, tu eres una mujer de preámbulos, de jugueteos, de besos cálidos en la parte interna de tus piernas. Y de besos húmedos en los labios.

Dime si lo hago bien, te noto algo renuente a contestar mis besos. Tal vez fui muy rápido, volveré al ritmo inicial. El ritmo lento de una balada cursi que te canto al oído. Amor mío, nunca fuiste mujer de muchas palabras.

No pude respetar el acuerdo, ya estoy desnudo, lo siento, no podía resistirme y permanecer más tiempo con este estorbo de prendas inútiles. Aprovechemos el tiempo, hagamos todo lo que nunca hicimos.

Tu templo me abre las puertas a medias y como un profano entro a la fuerza, me deshago, lo hago trizas y lo reconstruyo a mi antojo. Consagro tu imagen con los venenosos vestigios de la lucha eterna entre la espada y la carne.

Es hora de apurarse, hemos llamado la atención de los vecinos con tanta lujuria y si no nos damos prisa, querida, en pocas horas tocarán a la puerta, llamados por el olor de tu cuerpo en descomposición.

L.D.