Filosofía de retrete

Más retrete que Sofía...

Sobre la vida después de la muerte. 

Tengo la teoría de que la luz al final del túnel, ésa que se supone uno ve cuando muere, es la salida a una nueva vida, pero, dependiendo de lo que fuiste, o sales por la vagina de una buena y amorosa madre o si fuiste muy hijo de perra, por el ano velludo de un obeso sudoroso que se masturba mientras defeca. Serás un pedazo de mierda flotando en el retrete junto con semen de gordo, el cual, no jalará la palanca cuando termine ¡No! Te dejará esperando, marinándote en orina hasta que regrese de nuevo y entonces veas como su agujero se abre para liberar más mierda sobre ti, en medio de eyaculaciones y flatulencias.

Yaces sobre la cama

Yaces sobre la cama, tan callada y sumisa, no me acostumbro a tu nueva forma de ser, pero, porque te amo, te acepto tal y como eres. 

Tu desnudez me asombra, algo pálida aunque, el sol nunca fue tu prioridad. Me contagias de sensualidad y calma, con tus ojos entrecerrados y tu cabeza sobre tu mano, como "La mujer durmiente" de Renoir.

Microcuentos.

La Maldita Cordura

Ella se sentaba siempre en la misma banca debajo de ese enorme cedro, al centro de la plaza de siempre. Leyendo a su Nietzsche y alternando el cruce de sus hermosas piernas.

Él se sentaba todos los días en el lado opuesto, lo suficientemente lejos para que ella no lo viera, mientras él la miraba cruzar sus blancas piernas y mostrar su bello lunar pincelado justo al pie de ese monte nacarado que se pierde en la sombra de su falda...

La gitana

La gitana me mira, me quema con sus ojos incandescentes, ve mi futuro y me miente. Me miente porque sabe que mi futuro la abochorna, pues mi futuro está debajo de su falda. 

Me dice cosas vagas: salud, dinero, etcéteras. Se que ella no me ama pero, estoy seguro de que algo de lo que sabe de mí le concierne. Se muerde los labios, me hace sudar. Saca la carta del diablo y me dice que moriré pero, me dejará morir entre sus largas piernas.

Ella se abalanza sobre mí, sus aretes tintinean en el silencio. La gitana habla en un idioma que no entiendo, tal vez me maldice mientras se aferra con sus uñas a mi espalda, yo solo me entrego. Le ahorraré trabajo al destino y me ahogaré en su escote.