Estoy roto. El mundo me hizo una prueba de calidad y no pude vencer sus estándares. Obtuve notas mediocres en el test de empatía y cuando el profesor preguntó qué sería de grande, la clase entera se rió de mí.
Estoy roto, mis brazos no saben cargar; mi boca escupe lágrimas y gritos de auxilio; en ocasiones canta por todo lo alto y es callada por la realidad. Mis ojos ven que tú eres feliz en un mundo en donde yo no encajo y te odian por esa razón.
Estoy roto, Dios me hizo soñador a propósito, porque le gusta el drama y los juegos crueles. Nunca me enseñaron a odiar la libertad aún y cuando es requisito indispensable. No sé qué hacer conmigo.
Estoy roto; puedo volar con un ala, hacer proezas ilustres, avanzar sobre una rueda y demás cosas de juguete. Soy un niño que ama el dinero de plástico y las almas que se aferran a los cuerpos con sus uñas.
Quiero levantarme de mi silla y correr, pero estoy roto... no sabré qué hacer después, no tengo un plan; no tengo derecho a tener un plan. Estoy aquí atascado esperando a que algo suceda. No sé qué hacer conmigo.
Estoy roto y no lo disfruto. Lloro en ocasiones por lo que no he sido, extraño el tiempo de las promesas; cuando estar roto era solo un juego, ahora es una realidad que se alimenta de mí y crece y me consume ¡Sácame de ésta caja!
